Amplía tu visión en la Gestión de la Cadena de Suministro

Son ampliamente conocidas las teorías de la Gestión de la cadena de suministro, la famosa Supply Chain Managment, que han ido, a lo largo de los años, añadiendo eslabones a dicha cadena, que, recordemos, comenzó condensada en la guía PROVEEDORES – NOSOTROS – CLIENTES.

Estos nuevos eslabones han ido incluyendo elementos aguas arriba y abajo, incluyendo los proveedores de nuestros proveedores y los clientes de nuestros clientes. Pero en este sano ejercicio de ampliación de la cadena, podemos pasar por alto ciertos aspectos a la hora de tomar decisiones en nuestras empresas, tanto a la compra, como a la venta.

No son pocas las empresas que se han lanzado a la aventura de abrir plantas de producción en terceros países. La sola posibilidad de poder suministrar a un cliente desde varias plantas debe bastarnos para reflexionar sobre cuáles son los puntos a tener en cuenta para decidir el suministro desde una u otra planta.

Partiremos de la máxima de que todas y cada una de nuestras acciones sobre cualquier eslabón de la cadena deben conjugar la total satisfacción de nuestros clientes con el mínimo coste global.

Seguramente, si en un ejercicio de brainstorming pidiésemos listar estos puntos que finalmente inclinarían la decisión a servir desde uno u otro origen, se mencionarían factores y costes como transporte desde origen a destino, tiempos de tránsito, costes de mano de obra, gastos financieros, costes de materia prima, costes energéticos… pero difícilmente aparecería en el listado un coste que, aun no pudiendo corresponder su pago a nosotros como vendedores, en función del incoterm pactado en la compraventa, sí forma parte del total que nuestro cliente deberá pagar por comprarnos dichos bienes: el gasto arancelario que deberá hacer frente nuestro cliente en función del origen de la mercancía. Y, créanme, en ocasiones, este coste es mucho mayor que muchos de los restantes…

No es más que el gasto arancelerario que pagará nuestro cliente a la hora de despachar de importación nuestros productos. Repito, que aunque en ocasiones, no es un gasto pagado por nosotros, sí es un gasto conexo a la propia operación de compra o venta que soportará la empresa compradora.

Y para ello no hay más remedio que conocer los acuerdos o tratados comerciales entre países origen de la mercancía y países destino de la misma. Igualmente, la correcta aplicación de las reglas de no-drawback contenidas en estos acuerdos para bienes fabricados bajo regímenes de transformación de perfeccionamiento activo con el doble beneficio para vendedor y comprador es básico. Es decir, hay que aprovechar todas y cada una de las ventajas que el marco arancelario mundial ofrece a través de los acuerdos de libre comercio.

La labor comercial deberá hacer el resto. Vender en condiciones CIF a un cliente más caro desde un país que desde otro parece difícil, pero hay que sumar los gastos arancelarios del proceso de importación final. Puede que la suma nos sorprenda…

 

Antonio García Márquez.

Experto en Procedimientos Aduaneros y Supply Chain Management.

 

 

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