
A lo largo de nuestra vida superamos obstáculos y baches que a veces pensamos que no podríamos superar y sin embargo, aquí estamos. Al pie del cañón, dándolo todo en nuestro quehacer diario tras haberlos superado. Hay muchas situaciones en la vida donde dar la cara es importante, pero a veces por inseguridad y pánico no saludamos a nuevas oportunidades. Es lo que se llama miedo escénico.
¿Te has parado alguna vez a pensar que hay personas que han logrado superar este tipo de miedo? ¿Por qué no enfrentarnos a lo que nos hace escondernos?
En el marco de las relaciones personales, el miedo escénico es un factor primordial que se encuentra presente en la gran mayoría de las personas. Esto, es un punto negativo para las relaciones de negocios, impide que nos mostremos tal como somos y por tanto reduce el nivel de afectividad que podemos tener tanto con una o dos personas como con un grupo de gente.
Siempre nos escondemos detrás del escudo de: “Yo no hablo que tengo pánico a decir algo en público”, “Soy muy tímida y no hablo nunca delante de mucha gente”. ¿Siempre vamos a estar así? ¿Dejando escapar oportunidades donde realmente podemos dar a valer nuestro potencial y talento?
Como todo en la vida, los miedos están para superarlos y para decir: “así soy yo”. Algunas de las claves para superarlos están más presentes en nuestra mente que en el contenido del que vayamos a hablar delante de un grupo de personas.
Ante todo, practica delante del espejo. Mírate, observa tus gestos, mira siempre a los ojos de tu receptor y sobre todo mantén siempre esa sonrisa que te caracteriza. Pero sobretodo, respira profundo. Solo tú eres el dueño de tus miedos. Cuando los tengas controlados, los vencerás.
Cuando hables, hazlo despacio. Hazle caso a los consejos de tu sabia abuela, las cosas a la ligera nunca salen bien. Si fracasaste en el pasado, no lo tengas en cuenta, en cada oportunidad hay un elemento que aprovechar y el futuro está aún por escribir. Si vivimos anclados en el pasado nunca avanzaremos. Y por supuesto, ten siempre en cuenta que la gente no acude a escucharte a un auditorio para verte sufrir, sino para disfrutar de tu discurso. Por tanto, diviértete. Corre, vuela y no te detengas y todo fluirá por sí solo. Recuerda, tú eres el dueño de tus miedos y no permitas que nadie te diga que no puedes, porque puedes más de lo que crees.
Laura Robles Ortega
Departamento de Comunicación de IACI.
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